Priistas y funcionarios acompañaron a Peña en el Primer Informe de Eruviel Ávila. Foto: Benjamín Flores. |
Jenaro Villamil
8 de septiembre de 2012
Cuando se dispone de recursos ilimitados –y presumiblemente ilegales– es posible pagar precios estratosféricos por campañas para modelar la imagen de políticos mediocres y de cuestionable carisma. La magia de los medios y las grabaciones de audio y video con los equipos más avanzados recrean un ambiente que sólo puede verse en las producciones cinematográficas de alto perfil. En el libro Peña Nieto: El gran montaje, del reportero de Proceso Jenaro Villamil y que comenzará a circular en los próximos días, se cuenta la historia de cómo Televisa y su productora estrella labraron el camino del abanderado priista a la Presidencia. Adelantamos aquí fragmentos de la obra.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- A finales de agosto de 2010, en vísperas de su Quinto Informe de Gobierno, Enrique Peña Nieto apareció en un spot de 43 segundos. Sentado en una camioneta lujosa, en mangas de camisa, simulando el estilo del mandatario estadunidense Barack Obama, el gobernador mexiquense se autopromovió en un monólogo sobre sus “compromisos cumplidos” y su incansable deseo de servir a sus gobernados.
El spot generó una polémica por varias razones. La calidad de la imagen, cercana a la producción cinematográfica, suponía un costo mayor al de la manufactura tradicional de este tipo de promocionales. Se transmitió en señal nacional desde el 30 de agosto de 2010. Al costo de las tarifas comerciales de Televisa, lo invertido ascendía a 50 millones de pesos, según un cálculo de la dirigencia estatal del PRD. A esta inversión se debían sumar la de otros promocionales sobre los “compromisos cumplidos” que habrían costado 42 millones de pesos.
“Estamos hablando de casi 100 millones de pesos en sólo un mes, sólo en televisión comercial, sin contar espectaculares, desplegados en periódicos y spots radiofónicos”, afirmó Luis Sánchez, dirigente del PRD mexiquense, al ser entrevistado tras la queja que interpuso ante las autoridades electorales.
Ese mismo spot generó el escándalo del año siguiente sobre la misteriosa cena en la casa de la entonces presidenta del TEPJF, Maricarmen Alanís, con representantes de Peña Nieto, en pleno proceso de exoneración del tribunal a Montiel, ya exgobernador y aspirante presidencial del PRI.
Otro elemento más importante no pasó desapercibido entre los especialistas en producción de spots. El promocional fue filmado con la cámara Phantom, una de las más caras en el mercado, para aportar una “calidad cinematográfica”.
El spot tenía el sello del productor consentido de Televisa: Pedro Torres, el mismo de los infomerciales de Estrellas del bicentenario, cápsulas de tres minutos que se transmitieron en los horarios de mayor audiencia del Canal 2 en 2010. El costo mínimo tan sólo de una serie de esos promocionales, como el de Yucatán, fue de 20 millones de pesos, según un estudio realizado por el Diario de Yucatán.
El costo de la producción de Pedro Torres siempre se ha considerado el más caro en el mundo publicitario de México. Además, incluye una llave secreta: el acceso privilegiado a los espacios de Grupo Televisa. De hecho, contratar a la compañía de Torres es una condición que impone el consorcio a sus clientes gubernamentales.
Informes de Televisión Mexiquense advirtieron que, por primera vez en 20 años, el equipo de promoción, producción y realización de esta televisora pública había sido desplazado por completo para que la empresa Mediamates, propiedad de Torres, se hiciera cargo de todo lo relacionado con la producción estelar del Quinto Informe de Gobierno de Peña Nieto en el Teatro Morelos.
Dos días antes del evento, Torres desplegó un equipo digno de una producción cinematográfica: una unidad móvil que consta de 16 cámaras, dos grúas y un teleprómpter en el Teatro Morelos para que Peña Nieto pudiera leer en pantalla su informe, como si fuera un conductor de noticias o de un programa de espectáculos.
El vínculo entre Mediamates y Peña Nieto se reforzó en años recientes. Se convirtieron en sus principales managers y productores en pos de la Presidencia de la República. Hasta finales de 2011 le llamaron Proyecto Jaime. Fue el nombre clave que decidieron Pedro Torres y Alejandro Quintero para la “producción” de Peña Nieto como precandidato presidencial del PRI.
A partir de 2012 cambió su nombre a Proyecto Jorge. Los detalles de todo lo relacionado con publicidad, producción de spots, asesoría en discurso, imagen, redes sociales, manejo visual y “guerra sucia” o de contrastes con el adversario se manejó en las oficinas de El Mall, la empresa de Pedro Torres, ubicada en el Centro Lomas Plaza, justo frente a la Fuente de Petróleos, en avenida Reforma y Periférico. La ingrata memoria recuerda este sitio por ser el mismo donde se estrelló el Learjet donde viajaba Juan Camilo Mouriño, en noviembre de 2008.
Supervisado directamente por Pedro Torres y por Alejandro Quintero, a través de su representante Montserrat Barrios, el Proyecto Jorge fue de alta confidencialidad. Para Televisa constituyó el secreto mejor guardado porque en él están las huellas de toda su intervención a favor de Peña Nieto en la campaña de 2012. Para Peña Nieto y su equipo fue oficialmente “inexistente”.
La clave del Proyecto Jorge es que no debía dejar huella fiscal ni contable. No hay facturas, no hay contratos. El dinero se manejó en efectivo. Se depositaba a través de empresas de traslado de dinero en efectivo, según informes de personal interno que pidió confidencialidad.
Los mismos reportes internos calculan que tan sólo entre abril y junio de 2012, los meses más intensos de la campaña presidencial, la producción de spots de Peña Nieto y la “campaña de contrastes”, primero contra Josefina Vázquez Mota y luego contra López Obrador, tuvieron un costo de más de 200 millones de pesos. Sobre el pago de estos trabajos no dejaron huella contable.
En el Proyecto Jorge trabajó también la publicista Ana María Olabuenaga, así como la responsable del manejo de redes sociales de Peña Nieto, Alejandra Lagunes, exdirectiva de Google México y de Grupo Televisa.
Durante meses, ambas trabajaron no sólo para tener la mejor calidad de las fotografías y los videos en los que aparece Peña Nieto sino para modular el mensaje y el contraataque a sus adversarios. Enviaron camarógrafos y fotógrafos a cada uno de los mítines de Andrés Manuel López Obrador y del movimiento #YoSoy132 para tener un seguimiento puntual de cada uno de los discursos y de sus participantes.
De este material surgió el video de “contraste” donde se escucha a López Obrador hablar supuestamente a favor de la vía armada, en el mitin que encabezó con estudiantes el 21 de mayo, en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. El spot descontextualizó la participación del candidato del Movimiento Progresista, pero su producción tuvo un objetivo preciso: sembrar la idea de que el naciente movimiento #YoSoy132 y López Obrador eran una misma cosa y estaban a favor de la vía violenta.
(Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista Proceso 1871, ya en circulación)
8 de septiembre de 2012
Cuando se dispone de recursos ilimitados –y presumiblemente ilegales– es posible pagar precios estratosféricos por campañas para modelar la imagen de políticos mediocres y de cuestionable carisma. La magia de los medios y las grabaciones de audio y video con los equipos más avanzados recrean un ambiente que sólo puede verse en las producciones cinematográficas de alto perfil. En el libro Peña Nieto: El gran montaje, del reportero de Proceso Jenaro Villamil y que comenzará a circular en los próximos días, se cuenta la historia de cómo Televisa y su productora estrella labraron el camino del abanderado priista a la Presidencia. Adelantamos aquí fragmentos de la obra.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- A finales de agosto de 2010, en vísperas de su Quinto Informe de Gobierno, Enrique Peña Nieto apareció en un spot de 43 segundos. Sentado en una camioneta lujosa, en mangas de camisa, simulando el estilo del mandatario estadunidense Barack Obama, el gobernador mexiquense se autopromovió en un monólogo sobre sus “compromisos cumplidos” y su incansable deseo de servir a sus gobernados.
El spot generó una polémica por varias razones. La calidad de la imagen, cercana a la producción cinematográfica, suponía un costo mayor al de la manufactura tradicional de este tipo de promocionales. Se transmitió en señal nacional desde el 30 de agosto de 2010. Al costo de las tarifas comerciales de Televisa, lo invertido ascendía a 50 millones de pesos, según un cálculo de la dirigencia estatal del PRD. A esta inversión se debían sumar la de otros promocionales sobre los “compromisos cumplidos” que habrían costado 42 millones de pesos.
“Estamos hablando de casi 100 millones de pesos en sólo un mes, sólo en televisión comercial, sin contar espectaculares, desplegados en periódicos y spots radiofónicos”, afirmó Luis Sánchez, dirigente del PRD mexiquense, al ser entrevistado tras la queja que interpuso ante las autoridades electorales.
Ese mismo spot generó el escándalo del año siguiente sobre la misteriosa cena en la casa de la entonces presidenta del TEPJF, Maricarmen Alanís, con representantes de Peña Nieto, en pleno proceso de exoneración del tribunal a Montiel, ya exgobernador y aspirante presidencial del PRI.
Otro elemento más importante no pasó desapercibido entre los especialistas en producción de spots. El promocional fue filmado con la cámara Phantom, una de las más caras en el mercado, para aportar una “calidad cinematográfica”.
El spot tenía el sello del productor consentido de Televisa: Pedro Torres, el mismo de los infomerciales de Estrellas del bicentenario, cápsulas de tres minutos que se transmitieron en los horarios de mayor audiencia del Canal 2 en 2010. El costo mínimo tan sólo de una serie de esos promocionales, como el de Yucatán, fue de 20 millones de pesos, según un estudio realizado por el Diario de Yucatán.
El costo de la producción de Pedro Torres siempre se ha considerado el más caro en el mundo publicitario de México. Además, incluye una llave secreta: el acceso privilegiado a los espacios de Grupo Televisa. De hecho, contratar a la compañía de Torres es una condición que impone el consorcio a sus clientes gubernamentales.
Informes de Televisión Mexiquense advirtieron que, por primera vez en 20 años, el equipo de promoción, producción y realización de esta televisora pública había sido desplazado por completo para que la empresa Mediamates, propiedad de Torres, se hiciera cargo de todo lo relacionado con la producción estelar del Quinto Informe de Gobierno de Peña Nieto en el Teatro Morelos.
Dos días antes del evento, Torres desplegó un equipo digno de una producción cinematográfica: una unidad móvil que consta de 16 cámaras, dos grúas y un teleprómpter en el Teatro Morelos para que Peña Nieto pudiera leer en pantalla su informe, como si fuera un conductor de noticias o de un programa de espectáculos.
El vínculo entre Mediamates y Peña Nieto se reforzó en años recientes. Se convirtieron en sus principales managers y productores en pos de la Presidencia de la República. Hasta finales de 2011 le llamaron Proyecto Jaime. Fue el nombre clave que decidieron Pedro Torres y Alejandro Quintero para la “producción” de Peña Nieto como precandidato presidencial del PRI.
A partir de 2012 cambió su nombre a Proyecto Jorge. Los detalles de todo lo relacionado con publicidad, producción de spots, asesoría en discurso, imagen, redes sociales, manejo visual y “guerra sucia” o de contrastes con el adversario se manejó en las oficinas de El Mall, la empresa de Pedro Torres, ubicada en el Centro Lomas Plaza, justo frente a la Fuente de Petróleos, en avenida Reforma y Periférico. La ingrata memoria recuerda este sitio por ser el mismo donde se estrelló el Learjet donde viajaba Juan Camilo Mouriño, en noviembre de 2008.
Supervisado directamente por Pedro Torres y por Alejandro Quintero, a través de su representante Montserrat Barrios, el Proyecto Jorge fue de alta confidencialidad. Para Televisa constituyó el secreto mejor guardado porque en él están las huellas de toda su intervención a favor de Peña Nieto en la campaña de 2012. Para Peña Nieto y su equipo fue oficialmente “inexistente”.
La clave del Proyecto Jorge es que no debía dejar huella fiscal ni contable. No hay facturas, no hay contratos. El dinero se manejó en efectivo. Se depositaba a través de empresas de traslado de dinero en efectivo, según informes de personal interno que pidió confidencialidad.
Los mismos reportes internos calculan que tan sólo entre abril y junio de 2012, los meses más intensos de la campaña presidencial, la producción de spots de Peña Nieto y la “campaña de contrastes”, primero contra Josefina Vázquez Mota y luego contra López Obrador, tuvieron un costo de más de 200 millones de pesos. Sobre el pago de estos trabajos no dejaron huella contable.
En el Proyecto Jorge trabajó también la publicista Ana María Olabuenaga, así como la responsable del manejo de redes sociales de Peña Nieto, Alejandra Lagunes, exdirectiva de Google México y de Grupo Televisa.
Durante meses, ambas trabajaron no sólo para tener la mejor calidad de las fotografías y los videos en los que aparece Peña Nieto sino para modular el mensaje y el contraataque a sus adversarios. Enviaron camarógrafos y fotógrafos a cada uno de los mítines de Andrés Manuel López Obrador y del movimiento #YoSoy132 para tener un seguimiento puntual de cada uno de los discursos y de sus participantes.
De este material surgió el video de “contraste” donde se escucha a López Obrador hablar supuestamente a favor de la vía armada, en el mitin que encabezó con estudiantes el 21 de mayo, en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. El spot descontextualizó la participación del candidato del Movimiento Progresista, pero su producción tuvo un objetivo preciso: sembrar la idea de que el naciente movimiento #YoSoy132 y López Obrador eran una misma cosa y estaban a favor de la vía violenta.
(Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista Proceso 1871, ya en circulación)
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